dimecres, 29 de juliol del 2015

Fénix y la Comella

Columbario de Fénix. Piedra arenisca de Vinaixa, bronce y objetos. 450x300x130 cm. 

Aclaraciones conceptuales sobre Fénix y la Comella
Hoy el cielo ha sido transparente, claro y generoso. Entre susurros me he dicho…
–Todo lo que ves en el cielo está ahí porque es posible, lo difícil es saber como te acoplas ahí y que es lo que estás viendo…-
Entonces he hablado como ausente, con murmullos inconexos y gorjeos imprecisos. Quería preguntar con intención pero he dado un traspiés y me ha salido un eructo sonoro. Pasado un rato me ha dicho en voz alta y clara.
–Antes de continuar con tus “acciones”, has de trenzar un discurso, urdir una trama lógica y comprensible, tienes que aclarar que haces encaramado encima de una piedra, de lo contrario puedes crear mucha confusión dentro de las ya confundidas mentes humanas, y lo más grave; te pueden tomar por loco.–
Así me ha apretado los clavos y con la recomendación asumida voy ha intentar ordenar las ideas y dejar algunas cosas en su lugar. Quizá le quite misterio al trabajo pero mi intención es darle el valor que yo percibo y no ahuyentar los asombros que me acarician cada mañana. Si lo consigo será un servicio útil, si no es así, será un intento de hacerme más sólido, de iluminarme los ojos con las reflexiones que me acompañan.
El ritual que cada día le dedico a Fénix no tiene ninguna orientación religiosa establecida y si tiene alguna connotación es debido a que las religiones han tomado de la naturaleza lo mismo que yo para hacer escultura o expresarme en cualquier otro soporte. Yo actúo como un estudioso de los secretos del mundo, observo el lenguaje de la naturaleza y lo incorporo a mi patrimonio personal, actúo dentro del marco de “La nueva alianza”, la que presentó Ilya Prigogine y que yo asumí con la realización de L’anell de pedra.
Todo es sencillo dentro de la urna de las complejidades, basta ver el hilo de los cambios y aceptarlos como son. En ningún caso pretendo hacer uso de mis observaciones para beneficiarme ni hacer un nido de acólitos: eso si, quiero dar a conocer lo que hago.
Fénix o la ciudad del sol también forma parte de la alianza en La Comella: es un compromiso doloroso y costoso que conlleva un esfuerzo físico considerable. Mantenerla con dignidad requiere un consumo de energía que me deja agotado, pero deseo ayudar a que la vida se de aquí en condiciones favorables y unirme a sus procesos de manera consciente. No deseo otra cosa que la de encontrarme en los engranajes sutiles de su devenir y dejarme ir en su trayecto cuando toque. Deseo descubrir cada día los paisajes de los caminos trazados y al hacerlo dedicar mi vida a este menester. Soy un agente activo que administra la vida y la muerte con la responsabilidad que me es dada: cuando corto un árbol corto una parte de mí, cuando planto otro me injerto en él: ¡nada me es ajeno!
Mis pesquisas llevan más de treinta años en marcha y confieso que no siempre han estado en su lugar ni siempre han sido fructíferas: la naturaleza como tema ha sido una propuesta teórica durante mucho tiempo. En los últimos años, con la restauración de la Comella, el trabajo ha tomado un sesgo más preciso y la instalación del Anell de pedra ha dado cuerpo el concepto de alianza. La naturaleza y el universo que la soporta es la base de mi enfoque conceptual en todo lo que representa. La Comella es para mi la posibilidad de la reconstrucción del jardín esperado. La restauración del mito también ha encontrado aquí su lugar, era un espacio que tenía que renacer. La masía y los campos yermos esperaban días de lluvia y dedicación. Todo ha aparecido en una feliz contingencia que se ha unido para sentirse útil. Encima de Alcor el mundo es un envoltorio sorprendente que nos invita ha revelar su contenido: ¡no espero encontrar soluciones! Aquí, en el escenario de las preguntas, me encuentro atrapado y asombrado, soy consciente de esta circunstancia tan llena de perplejidad y me esfuerzo en comprender los siguientes apartados:
-       El misterio que desprende el mundo al revelarse ante los ojos.
-       La realidad que queda oculta en su eterna presencia y a su vez en sus rápidas transformaciones.
-       La seducción que causa su belleza y grandiosidad, también el desarrollo de sus pequeños detalles.
-       El asombro que origina el perfil del devenir en la antesala de los cambios.
-       Lo terrible que resultan sus efectos. De ahí, la conciencia del dolor, el miedo amenazante, especialmente los preámbulos de la muerte.

-       La incertidumbre en definir la función de la existencia.

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